“Franco, Franco, que tiene el culo blanco porque su mujer lo lava con Arieel.” (Canción infantil madrileña. Cantar con los compases del himno nacional.) Las niñas, por lo general, cantamos y, como somos niñas, nuestras canciones son infantiles. Dichas canciones distan mucho de la imagen con que las muestran en las películas de miedo. Cantar […]
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LA JARDINERA DE LAS 13 ROSAS. Canciones infantiles para los tiranos“Franco, Franco, que tiene el culo blanco porque su mujer lo lava con Arieel.” (Canción infantil madrileña. Cantar con los compases del himno nacional.)
Las niñas, por lo general, cantamos y, como somos niñas, nuestras canciones son infantiles. Dichas canciones distan mucho de la imagen con que las muestran en las películas de miedo. Cantar a un tirano, reírte de su cara y de su culo no se hace por miedo, por perpetuar una figura de terror en el terror, ni siquiera por conjurar al miedo. Se hace porque divierte reírse de quien te aterroriza, de quien te roba todo lo que queda cuando nada más puede robarte, de quien habrá de retorcerse para inventar el explosivo que te hará saltar la mandíbula en medio de una carcajada por los aires y con ella, tal vez, tu vida, pero la canción permanecerá cantada sin miedo a lo largo del espacio y del tiempo. No puedes acabar, tirano, con el espacio y el tiempo. Ni tienes espacio ni tienes tiempo.
Los niños cantarán siempre a la realidad en la que viven inmersos. Perviven las canciones de los vencidos en la misma tierra ocupada por los vencedores. Se cantan bajo el sol, a la hora de los juegos, del breve instante de azul que siempre nos sobrevive.
Las niñas y niños españoles refugiados en México bajo el gobierno de Lázaro Cárdenas, los refugiados en la URRSS, los atrapados en los campos de concentración franceses, cantaron en el exilio sin necesidad de ser aleccionados por sus maestros, como hubieran querido demostrar fachas y conservadores. Cantamos durante la transición con más fuerza que ahora cantamos y cantarán los niños en cada lugar acosado por un tirano, continuarán cantando en su nueva escuela en el país de acogida, en el país donde crecerán refugiando la verdad en la memoria, protegiéndola del olvido. ¿O no? ¿A qué país han ido a refugiarse los niños palestinos, a cuál los niños del Líbano, los cisjordanos, los sirios? ¿De tantos países como han condenado a Israel cuántos han refugiado a la infancia con las maestras, los maestros de su tierra para seguir cantando en el patio del colegio a los tiranos?
Hace una semana se celebró un ciclo sobre el exilio español en México en el Ateneo de Madrid en cooperación con el Ateneo Español de allá. Me imaginé a los padres de los ponentes, a ellos mismos cantando en las escuelas españolas canciones para reírse, ¿por qué no?, de Franco. ¿Están los niños de Gaza condenados a cantarle a Netanyahu entre cadáveres y escombros en lugar de entre sus compañeros de curso en una tierra de acogida? Me marché del final del acto de clausura antes de arriesgarme a no poder contenerme y ser multada por gritarle a Albares, ¿dónde están las escuelas gazatíes en España, esa España que hoy tal vez piensa que México estaba obligado a hacerle el favor? ¿No hay obligaciones con los niños de pueblos musulmanes, de pueblos en resistencia al imperialismo occidental?
Me marché del Ateneo, ese lugar tan “members only”, ardiendo por dentro de vergüenza, nuestro Ministro de Asuntos Exteriores siempre me provoca vergüenza ajena, inventando rimas en mi mente con las posibilidades que ofrece el castellano para reírse de reyes, obispos, curas de aldea, guardias civiles de pueblo, generales, coroneles, dictadores clásicos, monjas de internados para señoritas, religiosos incrustados en la educación, dictadores neoliberales elegidos en democracia, gentuza, en fin, tiranos.
Sueño con la educación que nos enseñe a reírnos de malvados reales, nada mágicos ellos, como presidentes de gobiernos condenando a sus pueblos, perdón sus naciones, al hambre selectiva, es decir, ellos solo condenan al hambre a quien se la merece, de tal modo que al resto de ciudadanos les hacen un favor destinando los impuestos, los suyos y los de los muertos de hambre, al gasto militar de una alianza tiránica encabezada por una sucesión de tiranos a los que sería fácil derrocar saliendo de su asesina alianza pero a los que, parece, gracias a nuestros gobernantes habremos de derrocar a base de canciones infantiles, de rimas de corro en los corros de los niños a quienes ayudemos a encontrar refugio a salvo de explosiones arrebatándoles su cerebro, sus brazos, sus piernas, para marchar cantando en un futuro muy próximo con su recuerdo bien armado a vencer a todos los tiranos.
P.D: imaginad qué bonito encuentro generacional supondría, por ejemplo esta Navidad, cantar con vuestras hijas e hijos o los de otras gentes, canciones de ayer y de hoy y esperemos que no de
mañana, insultando llenos de gracia a Franco, Pinochet, Videla, Somózar, Batista, Salazar, Hitler, Mussolini, Papadópulos, Milei,Trump, Netanyahu, Al Golani