Esta reflexión la tenía pendiente hace casi un año. ¿Cómo lograr encontrar la esencia entre dos discursos de Fidel que considero imprescindibles? Un artículo que leí con devoción el 1ro de Mayo, me lo dejó en claro. Todo fue más fácil (Una pelea cubana) Fidel en dos momentos. Fidel eterno. “Revolución es…” Veinticinco años se […]
ALEJANDRO SÁNCHEZ. Fidel en dos momentos. Fidel eternoEsta reflexión la tenía pendiente hace casi un año. ¿Cómo lograr encontrar la esencia entre dos discursos de Fidel que considero imprescindibles? Un artículo que leí con devoción el 1ro de Mayo, me lo dejó en claro. Todo fue más fácil (
Una pelea cubana)
Fidel en dos momentos. Fidel eterno.“Revolución es…”
Veinticinco años se cumplieron de esa frase. Un Concepto de Revolución ya de por sí inusual pues no recuerdo que Fidel volviera a citarlo posteriormente como tal. Así mismo, existen otros “conceptos” de revolución anteriores; desde el proyecto esbozado en “La Historia me Absolverá”, pasando por aquella, “Revolución de los humildes, por los humildes y para los humildes”.
Y no se trata de hablar específicamente del “concepto”. De por sí se le dedicó la jornada. Otros lo han hecho de manera admirable, como el artículo titulado; “Cuesta arriba”, publicado por Cubadebate. Cualquier elogio a ese texto sería nimio pues más allá de la limpieza y pasión del verbo, del contenido histórico que soporta, de la sutileza de algunos mensajes insertos; la autora nos expone dos esencias en su escrito. Espero que muchos las hayan comprendido pues, personalmente, he encontrado la guía para exponer un pensamiento que llevaba meses meditando solo después de leer:
“Fidel lo había sintetizado para nosotros, a partir de la experiencia, de la práctica revolucionaria, sin perder la coherencia en su pensamiento y la sensibilidad”.
“Quizás, por ser un cuerpo de ideas que señalan futuro a veces nos parezca difícil cumplir cada una de sus líneas y habrá hasta quienes se aferran solamente a una o dos de ellas creyendo que con “cambiar lo que debe ser cambiado” ya están cumpliendo, cuando en realidad es incoherente dejar fuera el altruismo, la modestia, la solidaridad, el internacionalismo, el humanismo y la defensa de los valores” al precio de cualquier sacrificio”.
No fueron solo la significación y sencillez de ese fragmento de aquel discurso, que lo grabaron en la Historia sino, como la autora misma plantea: “una idea que en absoluta coherencia de pensamiento retoma también en otro discurso memorable y que en noviembre tendrá ya 20 años: el del Aula Magna de la Universidad de La Habana”.
Coherencia, en esa palabra se centra todo.
Tanto el Concepto de Revolución, como el discurso del 16 de noviembre de 2005, constituyen un cuerpo teórico infaltable para cualquier comunista cubano. Solo puede aquilatarse el legado de Fidel desde una profunda convicción marxista-leninista; entendida esta como; la sumatoria de la teoría científica descrita por Marx y Engels, con el estudio y la práctica revolucionaria leninista. Quien cuestione el marxismo-leninismo está, directamente, impugnando al Comandante en Jefe y su legado. Es así de sencillo.
No puede reducirse el marxismo-leninismo de Fidel a esa caricatura que mucha propaganda ajena al ideal socialista encasilla en el “cómo” ejecutado por la dirigencia de la ex-URSS y otros países del antiguo campo socialista, en la parametración de una teoría que es inequívocamente antidogmática, dialéctica.
“¿Por qué me hice socialista? Más claramente, ¿por qué me convertí en comunista?”, preguntaría el 19 de abril de 2016.
Para entender a Fidel se debe, conceptualmente, estar claro de qué era para él; marxismo-leninismo, revolución, socialismo y comunismo, todo en uno. Cuando Fidel habla de cualquiera de estas categorías; lo hace, indefectiblemente, refiriéndose a una Revolución Socialista inspirada en la teoría y práctica marxista-leninista para la construcción del Comunismo. No de revoluciones burguesas, no de socialdemocracia, eurocomunismo, o socialismo cultural. Y antes de que alguien pueda aducir que esto es un razonamiento dogmático; el dogma en el marxismo-leninismo es, precisamente, el antidogma, pues el comunista es esencialmente dialéctico en su lectura de la realidad y aplicación de la ideología que lo guía:
“Con dogmatismo no se hubiera jamás llegado a una estrategia. Lenin nos enseñó mucho, porque Marx nos enseñó a comprender la sociedad; Lenin nos enseñó a comprender el Estado y el papel del Estado”. 17 de noviembre de 2005. Aula Magna de la Universidad de La Habana.
Explicado lo anterior, es sencillo entender el Concepto de Revolución, siempre y cuando asumamos de que cada uno de los conceptos que expone: igualdad, libertad, solidaridad…, parten de la visión de Revolución Socialista en Cuba; con una coincidencia brutal del ideario martiano con los principios comunistas.
Y por ser un cuerpo de ideas, como nos propone la autora de; “Cuesta arriba”. El concepto no puede interpretarse por partes, sino como un todo único, y además como continuidad de todo el ideario de Fidel, desde “La Historia me Absolverá”, hasta su última intervención en el 7mo Congreso de PCC.
“Sentido del momento histórico” y “cambiar todo lo que deba ser cambiado”, no son por casualidad las dos primeras líneas del Concepto. Fidel razonó que esa dicotomía era la base de una construcción inteligente del socialismo en Cuba.
Y el primer factor a tener en cuenta en ese “momento histórico”, no solo como concepción temporal, o básicamente temporal, sino como concepción existencial. Porque la dialéctica marxista-leninista tiene una visión estrictamente estratégica. Y aunque tácticamente, nuestra política puede adecuarse a una agresividad mayor o menor de Estados Unidos contra Cuba, según sea, es nuestro papel como baluarte del antimperialismo, un principio básico del marxismo-leninismo, pero que es también la esencia de la doctrina martiana, lo que define nuestro “Momento Histórico”.
Es entonces, primeramente el papel que juega Cuba en un tiempo universal, que trasciende períodos determinados y que define la continuidad de nuestra lucha por la Independencia desde 1868 hasta la fecha. Luego, deben evaluarse las condiciones de cada momento.
La línea del discurso del 1ro de mayo del 2000 que sigue al Concepto, no por gusto es la siguiente:
“En términos reales y concretos, nos hemos enfrentado durante 41 años a la más poderosa potencia que jamás haya existido en el mundo, vecina nuestra a sólo 90 millas, que en la actualidad asume carácter unipolar y hegemónico”.
Y su continuidad en la Universidad, 20 años después:
“¿Qué mundo es ese? ¿Qué mundo es ese donde un imperio bárbaro proclama el derecho de atacar sorpresiva y preventivamente a 70 o más países, que es capaz de llevar la muerte a cualquier rincón del mundo, utilizando las más sofisticadas armas y técnicas de matar? Un mundo donde impera el imperio de la brutalidad y de la fuerza, con cientos de bases militares en todo el planeta, y entre ellas una en nuestra propia tierra, en la que intervino arbitrariamente cuando el poder colonial español no podía sostenerse y cuando cientos de miles de los mejores hijos de este pueblo, que apenas tenía un millón de habitantes, habían perecido en una larga guerra de alrededor de 30 años; una Enmienda Platt repugnante en virtud de una resolución de igual repugnancia que, de forma traidora, otorgaba el derecho a intervenir en nuestra tierra cuando a su criterio no existiese suficiente orden”.
Por tanto, todo lo que representa al Imperialismo; sus valores, su cultura, su ideología, sus formas de relación mercantil y de explotación humanas, es totalmente antagónico a los principios revolucionarios. Solo la independencia de Cuba, puede mantenerse con una revolución genuinamente comunista. No solo en términos económicos, sino en la creación de sus normas jurídicas con la aplicación del principio coercitivo en manos del Pueblo y a favor del Pueblo; en la creación y educación de ideología…
“Cambiar todo lo que debe ser cambiado…”, no puede ser la máxima a la que se acoge cualquiera acríticamente, o peor, intencionalmente. Esa línea de Fidel no incluye abandonar las ideas del Marxismo-leninismo, ni modificarlas a conveniencia, o dar cabida a viejas formas de pensar o hacer, llamándolas nuevas. Por el contrario. Solo es posible lograrlo con la convicción clara de que solo el Socialismo, con la dirección activa, (y subrayo esta palabra), del Partido Comunista, lo puede.
“Estamos viviendo días de intensa y trascendental lucha. Cinco meses llevamos batallando sin tregua. Millones de compatriotas, todos casi sin excepción, han participado en ella. Nuestras armas han sido la conciencia y las ideas que ha sembrado la Revolución a lo largo de más de cuatro décadas”.
Así comienza realmente el discurso de Fidel donde expone el Concepto. Se refería a la Batalla de Ideas, que en el contexto de la lucha por el regreso del niño Elián Gonzáles, libraba nuestro país. Pero la Batalla de Ideas no era por solo por Elián. Mucho antes, en 1993, cuando se debieron adoptar en Cuba las medidas que se idearon para enfrentar el Período Especial, Fidel advirtió sobre las consecuencias de dar cabida a las formas mercantiles del capitalismo en nuestra sociedad, a la inversión extranjera, al aumento de la propiedad privada sobre determinados medios de producción y sectores.
Cinco años después, en la Universidad, Fidel decía:
“Como ustedes saben, estamos envueltos en una batalla contra vicios, contra desvíos de recursos, contra robos, y ahí está esa fuerza, con la que no contábamos antes de la batalla de ideas, diseñada para librar esa batalla”.
Y dedicaría una larga parte de este discurso a explicar la situación social que vivía el país a causa de la aplicación de modos capitalistas en nuestra economía.
En la década de los 90, la realidad determinó que Cuba abriera su economía a viejas formas capitalistas (ya basta de llamarlas nuevas), una situación que no ha podido cambiar. Fue el contexto económico, la incruenta guerra de 4ta Generación, y la introducción acrítica e incontroladas en nuestra economía de formas de producción capitalistas, las que crearon las condiciones actuales.
“Pero no piensen que el robo de materiales y de recursos es de hoy, o del período especial; el período especial lo agudizó, porque el período especial creó mucha desigualdad y el período especial hizo posible que determinada gente tuviera mucho dinero”.
El marxismo-leninismo comprende en su dialéctica los retrocesos, pero siempre con el principio de que son transitorios y nunca deben superar a las formas de relación socialistas.
Más adelante, expresaría una esencia del marxismo-leninismo, y una enseñanza para los dirigentes futuros de la Revolución, vinculándolas al antagonismo entre sistemas capitalista y socialista; a conceptos vivos aún en Cuba como Clases Sociales, Lucha de Clases…, que no pueden echarse al olvido, ni por irresponsabilidad, ni por desidia:
“Soñó el imperio que en Cuba se establecieran muchas más paladares, pues puede ser que no quede ninguna; o qué creen, ¿que nos hemos vuelto neoliberales? Ninguno de nosotros se ha vuelto neoliberal; pero les vamos a demostrar irrefutablemente las crisis de sus teorías, como les hemos demostrado el fracaso de su bloqueo, de sus agresiones, de sus desestabilizaciones”.
Para el Socialismo no es esencial la existencia de propiedad privada, de negocios privados… Este sector es básicamente y por convicción, el germen de la contrarrevolución. A esas «fuerzas internas», y otras, se refería Fidel en el Concepto, porque esas, más que ninguna, fueron y están siendo hoy, causa de desunión de nuestra sociedad.
Y dedicaría parte de ese discurso en el Aula Magna a destacar todos los programas que con la ayuda y colaboración de la República Popular China se comenzarían a aplicar. ¿Estaba ya Fidel al tanto de las potencialidades que un modelo de control partidista total de la economía, dirigido al desarrollo con el objetivo de elevar el nivel de vida de la población tendría para Cuba? Seguro vislumbraba en ese momento que China estaba encaminada a desplazar a Estados Unidos como potencia económica. ¿Estaría ya ahí lo de “con nuestros propios esfuerzos”?
El Concepto de Revolución reúne todos los valores que deben guiar a los comunistas y sobre los cuales tiene que trabajar el Partido, al mismo tiempo que crea las condiciones materiales dignas, e incluso más, que el Pueblo se merece. Fidel en el Aula Magna ya esbozaba algunas de las estrategias que todavía hoy se están aplicando, o se intentan aplicar, no sin algún que otro error. A saber:
-Modernización de la matriz energética de Cuba y también la readecuación de nuestros principales rubros y vías de enriquecimiento.
-La explotación de recursos propios para elevar la economía; turismo, la biotecnología y los servicios médicos, la soberanía alimentaria.
-La presencia de una economía parcial en divisas, así como de un sector privado en determinadas áreas de la economía pero, con un altísimo control por parte del Estado.
Aquí me quiero detener un poco, porque en el discurso del Aula Magna, Fidel dedica mucho tiempo a exponer el enriquecimiento del sector privado de la sociedad a raíz de su uso de monedas fuertes, con todo lo que eso generaba en el índole ideológico y planteó la necesidad de que ese sector pagara servicios y tributos en correspondencia con sus ganancias. En eso, nos hemos visto obligados a rectificar.
Y por último:
-Concientización de la sociedad en cuanto a; participación popular, ideas, ahorro de recursos…
“Hoy tenemos ideas, a mi juicio, bastante claras, de cómo se debe construir el socialismo, pero necesitamos muchas ideas bien claras y muchas preguntas dirigidas a ustedes, que son los responsables, acerca de cómo se puede preservar o se preservará en el futuro el socialismo”.
Esa es la estrategia que tenía trazada la Revolución desde ese 2005, pero que es continuidad de políticas anteriores, de una convicción ideológica profunda de Fidel hasta su muerte, partiendo de la síntesis de ese Concepto que llama constantemente a la ideología, a la cultura y preservación de valores comunistas. Sin ellos no seremos nunca capaces de preservar la Revolución que nos legó Fidel y ante cuya posibilidad nos colocara ese 17 de noviembre cuando preguntó si creíamos posible la autodestrucción.
“Resulta asombroso que, a pesar de la diferencia entre los seres humanos, puedan ser uno en un momento o puedan ser millones, y solo pueden ser millones a través de las ideas. Nadie siguió la Revolución por culto a nadie o por simpatías personales de nadie. Cuando un pueblo llega a la misma disposición de sacrificio que cualquiera de aquellos que con lealtad y sinceridad traten de dirigirlos y traten de conducirlos hacia un destino, eso solo es posible a través de principios, a través de ideas”.
“Ustedes constantemente están leyendo hombres de pensamiento, constantemente leen la historia, y en la historia de nuestra patria leen a Martí, leen a otros muchos destacados patriotas, y en la historia del mundo, en la historia del movimiento revolucionario leen a los teóricos, a los grandes teóricos que nunca claudicaron de los principios revolucionarios. Son las ideas las que nos unen, son las ideas las que nos hacen pueblo combatiente, son las ideas las que nos hacen, ya no solo individualmente, sino colectivamente, revolucionarios, y es entonces cuando se une la fuerza de todos, cuando un pueblo no puede ser jamás vencido y cuando el número de ideas es mucho mayor; cuando el número de ideas y de valores que se defienden se multiplican, mucho menos puede un pueblo ser vencido”.
Esa es la respuesta. Esos son los valores que debemos defender y creer al precio de cualquier sacrificio.
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