Los obispos aceptan que el Defensor del Pueblo supervise su plan de reparación a las víctimas de abusos
Un centenar de nostálgicos del franquismo se concentran a las puertas de la Conferencia Episcopal al grito de "obispos, traidores, sois profanadores" por la resignificación del valle de Cuelgamuros El plan de los obispos para reparar los abusos excluye a las víctimas de la comisión de indemnizaciones
“Obispos, traidores, sois profanadores”. “Lo pagaréis con la X”. Un centenar de nostálgicos del franquismo se ha concentrado este lunes a las puertas de la sede de la Conferencia Episcopal española para protestar contra el a
cuerdo entre el Vaticano y el Gobierno sobre la resignificación del Valle de Cuelgamuros. Una protesta que obligó a la intervención de la Policía.
“Satánicos, Cobo, Judas”, han sido algunos de los apelativos de la concentración, convocada en redes por grupos como HazteOir y sus terminales mediáticas. En el interior, la mayoría de los obispos asistía a una misa. Alguno, más rezagado, se ha encontrado con una respuesta verbal y, en algunos casos, violenta, que sin duda marcará el arranque de esta seisón Plenaria, de la que el presidente de la Conferencia Episcopal, Luis Argüello, no hizo mención alguna.
Su vicepresidente, José Cobo, sí ha dicho que se encontraba “perplejo” por la protesta “porque esta es la iniciativa del Gobierno, que es el que ha dado los pasos Nosotros hemos defendido los espacios religiosos, que están en el proyecto que ellos tienen. Esta ha sido toda la aventura. E intentar con todas las entidades independientes poder armonizarlas”.
Tampoco se refirió el arzobispo de Valladolid al acuerdo entre el Vaticano y el Gobierno para la salida del abad Santiago Cantera y la resignificación del Valle, aunque sí dejó un titular destacado: la Conferencia Episcopal española está dispuesta a que el Defensor del Pueblo, Ángel Gabilondo, supervise los trabajos del plan PRIVA de reparación de las víctimas de abusos sexuales en la Iglesia.
Concentración de ultras en la Conferencia Episcopal
“La Iglesia, que encuentra en su seno a víctimas y delincuentes, reconoce su grave y singular responsabilidad espiritual, moral y social”, señaló Argüello en su discurso, en el que manifestó su compromiso de “seguir intensificando la reparación integral de las víctimas de abusos y la prevención de estos”.
“Hemos puesto en marcha un plan de prevención y reparación, asumimos una obligación moral donde no haya obligación jurídica, en los casos verosímiles del pasado; incluso estamos dispuestos a estudiar una posible supervisión del Defensor del Pueblo en este proceso ya en marcha” remarcó al final de un discurso denso, donde también ofreció dos propuestas.
La primera: el impulso de una “alianza social” “promover esta ‘cultura de la vida’ reflexionando y proponiendo medidas sobre los diversos ámbitos concernidos por la crisis demográfica: económicos, políticos, culturales y espirituales”.
Sobre inmigración
La segunda referida a la Iniciativa Legislativa Popular para la regularización extraordinaria de medio millón de migrantes residentes en España y que ha sido rechazada por el Congreso. “¿Qué hacer? ¿Expulsarlos a todos o abordar la manera de regularizar su situación?”, subrayó Argüello, quien propuso “a los dos grupos políticos mayoritarios en las Cortes Generales (PP y PSOE) que se reúnan para afrontar el problema e impulsar la tramitación de la ILP”, como “un ejercicio de regenaración democrática” y “una forma de ayudar a resolver un grave problema en el que la dignidad y el bien común están afectados”.
“Queremos promover una alianza social que lleve la esperanza a quienes están excluidos de la regularización y viven en una tierra de nadie que no propicia nada bueno. Estamos dispuestos a ofrecer un cauce que facilite el encuentro y el diálogo”, insistió.
Junto a ello, el presidente de la CEE lamentó “las políticas de polarización y de enfrentamiento” en la actual sociedad española, afectada por un creciente individualismo y la “crisis” del progreso. Frente a ello, Argüello planteó “el testimonio de vidas vinculadas, de familias y comunidades cristianas obedientes a llamada de la verdad y el bien en el rostro de los empobrecidos”.
“Es una propuesta contra corriente, martirial” subrayó, denunciando la “doble vida” de muchos “cristianos anónimos” que van a misa pero que “fuera de los templos asumen las reglas del juego del mundo dominadas por el dinero y el poder que provocan indiferencia y pasividad a la hora de evangelizar en los entresijos de la mentalidad dominante”.
Crisis de católicos
Porque, y esto sí lo reconoció Argúello, “en España ha pasado la época, asentada durante siglos, en la que decíamos: «Soy católico porque he nacido en España»”. Así, añadió gráficamente, “muchas pilas del bautismo no tienen agua, no porque no llueva, sino porque no hay comunidad cristiana en torno a la pila del bautismo que pueda ayudar al Espíritu Santo a engendrar nuevos cristianos”, algo que ocurre “en miles de parroquias en España”.
Frente a esta realidad, y al vaciamiento de templos o de vocaciones a la vida consagrada o sacerdotal, el presidente de la CEE alabó
“iniciativas” como los retiros Emaús, Effetá o Bartimeo, así como el Camino Neocatecumenal y movimientos como Hakuna, que “provocan un impacto y la invitación a continuar”, aunque advirtió de “la dificultad para transformar la emoción en virtud, para encontrar cauces concretos de crecimiento que vayan más allá de recrear el impacto recibido”.
Donald Trump
Finalmente, en lo tocante a las preocupaciones actuales, Argüello se refirió a la elección de Donald Trump como presidente, que “ha sido quizás un elemento catalizador para precipitar la quiebra del «orden internacional» establecido después de la II Guerra Mundial”. El presidente de la CEE enumeró algunos hechos: “Los acontecimientos trastocan las relaciones entre Europa, Estados Unidos, Rusia y los nuevos polos de poder mundial, China, India y las repúblicas árabes”, mientras que “la respuesta de la Unión Europea está siendo rearmar Europa dedicando millones de euros a gastos de defensa”. Mientras tanto, “la terrible guerra continúa en Gaza y en otros lugares del mundo, sin que la supuesta legalidad internacional intervenga”.
“Asistimos, entre asombrados e indiferentes, al sufrimiento humano provocado por la fuerza bruta y ciega de las «armas inteligentes»”, mientras “los polos de poder geopolítico, antiguos y nuevos, entre los que Europa busca su sitio, tienen una curiosa característica común, la importancia que los poderes públicos dan al fenómeno religioso —Rusia y el cristianismo ortodoxo, los Estados árabes y el islam, China y la recuperación de Confucio; en India el partido gobernante busca establecer el hinduismo como identidad central; en Estados Unidos sigue siendo importante el valor que otorga a su mosaico de denominaciones cristianas, con un papel singular ahora de la «teología de la prosperidad» o el debate sobre el
ordo amoris abierto por al vicepresidente Vance, católico, para justificar la política migratoria de Trump—”. Por el contrario, denunció Argüello, “en Europa sigue siendo mayoritaria una concepción de la laicidad que empuja las creencias religiosas al ámbito privado”.
“Europa sigue haciendo gala de su laicidad. Sigue siendo una propuesta adecuada que el Estado sea aconfesional y no instrumentalizar la religión con intereses de poder”, que “sí que dividen y enfrentan”. “El Estado es aconfesional, pero los miembros de la sociedad que somos cristianos estamos llamados a ofrecer en el coloquio entre fe y razón, Iglesia y sociedad, y reino de Dios e historia nuestra aportación para la permanente regeneración ética y espiritual de nuestros sistemas de gobierno y modos de organización política”, clamó Argüello, quien concluyó animando a “un rearme ético y espiritual que favorezca el encuentro y el diálogo y la búsqueda de un orden internacional más justo”.
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